martes, 18 de agosto de 2009

El nosotros contra el yo

Hemos llegado a un punto en el que para cualquier dirección hacia la que se dirija la mirada, se encuentra sólo desolación, muerte, injusticia, es como si todo estuviera al revés. Somos absorbidos por el pantano con todo y economía, política y naturaleza, ¿hay algo que vaya bien? Los pensamientos se han estancado en una fase donde los ríos de la conciencia ya no tienen donde desembocar, las mentes han quedado vacías, sólo importa el yo, ese yo que nos perfora poco a poco sin que nos demos cuenta. Y nos podrimos en los reinos del individualismo, causa determinante de todos los males que se pueden detener humanamente.

Liberan a 20 (y todavía pretenden liberar a más) de los más de 100 paramilitares que durante 7 horas irrumpieron violentamente a la comunidad de Acteal del municipio de Chenalhó Chiapas, matando a 45 inocentes entre ellos niños y mujeres embarazadas, ahora la Suprema Corte de Justicia de la Nación sale con que no hay suficientes pruebas como si los testimonios de los sobrevivientes no contaran, ¿Qué les depara a los habitantes de Chenalhó que se han pronunciado en contra de ese hecho? Esta pregunta raya en la redundancia: ¿Existe Estado de derecho? ¿Cuál es la idea de justicia que tiene la Suprema Corte de Justicia de la Nación? ¿Qué significa todo esto?, ¿Que en el futuro se seguirán realizando masacres contra aquellos que intentan salir del adormilamiento que nos mantiene en el incomodo lugar en donde estamos, contra aquellos que se pronuncian sencillamente en defensa de sus derechos, masacres solapadas por la autoridad que llena su podrida boca proclamando que vela por el bienestar de los ciudadanos? ¿Este problema se guardara en el gran libro de las injusticias, en la historia del olvido y pasara desapercibido, como suele pasar siempre con este tipo de problemas como el caso de Anteco, Aguas Blancas, Oaxaca, etc.?
Incongruencias, se busca desaparecer a los indígenas, “tan molestos”, con ideas “poco civilizadas”, unos “mensos” que “ni pensar saben”, que sólo obstaculizan la realización de los intereses de los que están en el poder. Esos hombres verdaderos que viven la filosofía del nosotros, una convivencia inclusiva done no hay nadie por encima de nadie, ni siquiera por encima de la naturaleza, porque todos estamos parejos, en equilibrio, y por ende se busca el bienestar de todos y de todo a partir de las acciones individuales que son siempre pensando en el otro, entonces, ¿quiénes son los mensos?
Fotografía: Ellas, pequeñas, diminutas, armadas con esos brazos, con esas manos, los detuvieron en X'oyep, Pedro Valtierra 1998

jueves, 6 de agosto de 2009

Madre Coraje

Sí, para seguir adelante se necesita un poco de coraje, para conseguir mantenerse en pie sin importar que tan hirientemente la espada torture el cuerpo; pero se tiene que tener cuidado, porque ese coraje puede llevar a la perdida de la propia dignidad, enfriando todo lo suficiente como para renunciar a lo verdaderamente importante por una migaja de lo más elemental, pero no por eso lo más valioso.

¿Qué pasa cuando se vende el corazón por un plato de comida?, la guerra nos lleva a eso, y las más dolorosas son las batallas internas. Que no haya tanques y bombas escandalizando la ciudad no significa que vivamos en paz. Las bombas son de materiales diferentes, llámense ignorancia, llámense intereses banales, pero siguen restando vidas.
¿Se puede juzgar a alguien por negarse a sí mismo para salvarse de la muerte? Los escenarios cambian dependiendo de cada persona porque las encrucijadas se nos presentan a todos; otros acceden a perder todo por lo que aman y ahí radica su fuerza.
Vivimos en guerra donde ciertamente “hayan victorias o derrotas, el pobre siempre ha de perder”, y todo es tan ilógico, se mata sólo porque el otro es diferente, ¡qué sería del mundo si todos fuéramos iguales!, ¿desapareceríamos en la guerra del aburrimiento?
Lo importante es no renunciar a uno mismo, que nuestras acciones sean un reflejo de nuestros pensamientos, deseos, creencias, ideales y no una traición a nuestro propio ser, sin importar que tan peligroso sea. Creo, la valentía tiene más merito que el coraje, porque este tal vez nos salve de los demás, pero no de nosotros mismos, hay que dejarlo salir, pero muy cautelosamente, porque en grandes cantidades se vuelve un peligro, podrá parecer que nos lleva siempre hacia adelante pero por dentro, todo queda podrido.
Escuchemos a Aristóteles que veía a la felicidad como un fin en si, y para alcanzarla sólo era partiendo de la virtud, que se media atreves del justo medio, en donde el caminar por los extremos lleva a la propia perdición, entre la temeridad y la cobardía la virtud es la valentía.
Madre coraje de Bertolt Brecht, se presenta gratuitamente en el Centro Nacional de las Artes, no dude en ir a verla.